Quizás no todo el mundo sepa que de esos simpáticos animalitos con los que juegas corriendo competiciones de niño, hay quien los cría. ¿De qué estamos hablando? ¡De caracoles! Y en particular de la helicicultura, que es el ciclo biológico de cría del caracol.
La cría de caracoles en realidad no se practica, pero los estudios de viabilidad han demostrado que la cría de caracoles gastronómicos no solo es factible, sino también muy útil.
Esta realidad, considerada marginal, está contando ahora con numerosos reconocimientos por parte de organismos públicos que también han propiciado su desarrollo a través de leyes específicas.
Durante los años de guerra, los caracoles eran recolectados de forma autónoma y esporádica por las personas, siendo un alimento muy pobre. Hoy, sin embargo, los caracoles se consideran un plato refinado y muy buscado.
La carne de caracol es baja en grasas y favorece la eliminación del colesterol del organismo, por lo que elevarlos de la forma adecuada también puede ser muy útil para nuestra salud, no solo para la alimentación.
Italia es hoy uno de los países con mayor número de granjas de caracoles en el mundo, produciendo el 8% de toda la producción.
Para crear una granja de caracoles se requiere una inversión mínima, luego considerando el potencial del mercado, las ganancias son seguras e interesantes pero lo que se necesita en primer lugar es una preparación adecuada. En esencia, no se puede improvisar: una granja de caracoles gestionada de forma incorrecta conducirá a un cierto fracaso, como les sucedió a muchos agricultores que han decidido así abandonar la actividad, considerada demasiado arriesgada e inútil.
Más bien, la cuestión es que, como en todas las cosas, la pasión debe combinarse con la profesionalidad, de lo contrario … el riesgo de fracasar siempre está a la vuelta de la esquina.
